¿Por qué sigo jugando a la lotería si no suelo ganar?

Comportamiento
Laura Marín Cuesta

Laura Marín Cuesta

/3 min. de lectura

¿Por qué sigo jugando a la lotería si no suelo ganar?

Las personas podemos llevar a cabo muchos tipos de conductas, de manera más o menos consciente pero no todas tienen la misma evolución. Algunas se mantienen en el tiempo convirtiéndose en hábitos, mientras que otras se extinguen o son sustituidas por comportamientos alternativos. 

Puede parecer un detalle sin importancia pero entender qué factores influyen en que sigamos realizando x cosas nos ayuda a cambiar aquellas que podemos y aceptar aquellas que no.

Generalmente realizamos conductas que observamos en otras personas de referencia o en aquellas que vemos que les ha ido bien.

A veces probamos a enfrentar un problema de una manera diferente, y eso nos permite también resolverlo.

Comparamos el estímulo que tenemos delante con lo que sabemos y lo abordamos de manera similar si se parece a una situación ya conocida.

Pero a otras, seguimos un procedimiento más básico: el condicionamiento operante. Es decir, realizamos una conducta para provocar un resultado en el medio que anteriormente ha sido placentero para nosotros. Por ejemplo: Si salgo a tomar algo con X persona y me lo paso bien, es probable que le vuelva a llamar cuando tenga tiempo libre y me apetezca tomarme algo.

Las consecuencias por tanto pueden aumentar o reducir la probabilidad de que volvamos a realizar esa conducta y funcionan como modulador entre las relaciones personales.

De hecho, pueden ocurrir 2 cosas:

reforzamiento negativo
reforzamiento positivo

Parece lógico ¿verdad? Sin embargo, a veces seguimos realizando conductas que conducen mayormente a pérdidas: monetarias, de recursos personales (autoestima, confianza, seguridad…). La clave está en mayormente.

Tenemos claro que si realizamos una conducta y perdemos desde el principio consistentemente, la dejamos de hacer (o no dependiendo de si creemos que nos merecemos eso). Cuando el reforzamiento es continuo, podemos predecir con mayor certeza qué es lo que pasará y por tanto qué nos conviene más hacer. Si generalmente cuando llamo a mi madre los viernes después de su clase de yoga, la pillo de buen humor, sé que los viernes es un buen día para llamarla.

Pero ¿qué ocurre cuando a veces sucede algo bueno y otras no tanto (es decir, cuando varía el resultado)?

Disminuye la probabilidad de que asociemos nuestra conducta con esa secuencia. Como a veces ocurre lo que queremos y otras no, no podemos establecer con claridad qué es lo que tenemos que hacer para conseguirla. Y como queremos ese refuerzo, seguimos ahí.

Este reforzamiento intermitente como mecanismo mantenedor de algunas conductas también se ha visto en las relaciones tóxicas y en el comportamiento de juego: muchos conocemos a alguien cercano o lejano que alguna vez le tocó la lotería, y aunque quizás no nos haya tocado si un estímulo potencialmente atractivo, nadie se lo quiere perder “por si” tocase.

La pregunta es ¿Qué merece más la pena? ¿Mantener esa conducta, relación… o cambiarla? 

¿Te gustó el artículo? ¡Compártelo!

Laura Marín Cuesta

Comportamiento

Psicóloga general sanitaria y neuropsicóloga, experta en terapia cognitivo conductual.

También te puede interesar